martes, 26 de noviembre de 2019

Karina Peña columna SUA



Por caSUAlidad
De chile, mole y chocolate.
En las distintas carreras que se imparten en la facultad de ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, también existen tres modalidades de estudio dentro de esa institución, escolarizada, abierta y a distancia.
Cabe recalcar que la escolarizada y la abierta abre sus aulas a los estudiantes que acuden a ella, sin embargo, pareciera que el alumnado de estas dos modalidades tiene una confrontación.
En páginas de Facebook como “no me quiero morir en polakas”, “no somos de segunda”, entre muchas otras creadas por los mismos alumnos del plantel, se pueden leer por parte de estudiantes del sistema abierto como hacen referencia a los del sistema abierto comentarios de forma despectiva al sistema de estudio.
Y es que aun que los alumnos muestran de muchas formas su amplio criterio, su lucha por la inclusión y la igual de género, pareciera que SUA es un termino que no termina de encuadrar con esas formas de pensar, “solo van los sábados”, “los de SUA son de chocolate”, “los de SUA no cuentan” forman parte de los comentarios que se leen dentro de las páginas de Facebook de manera peyorativa.
Aun que algunos de los SUA no responden a esta clase de comentarios, hay quienes debaten diciendo que a ellos “si les interesa estudiar”, “los de los sábados, si estamos al pendiente de nuestras clases” y “no nos manda papá”.
El punto es que, a ambos grupos escolarizado y abierto, se les olvida de pronto que los dos juegan para el mismo equipo, o mejor dicho, ambos pertenecen a la misma casa de estudios, no quisiera hondar en los precariedades que son evidentes por parte de la institución entre una modalidad y otra.
Como compañeros que son, deberían de respetar que en esta institución caben de todos, de sistema abierto, a distancia y escolarizado, de chile de mole y chocolate.




columna libre


Transeúnte
Entre alebrijes y rempujos.

“cuidado con los niños, los están empujando”, fue un grito que se escucho en medio de la multitud que se dio cita el pasado domingo 20 de octubre para contemplar los alebrijes y los Mexicranos.
Entre puestos ambulantes que van desde pinta caritas, papas y bebidas preparadas, así como playeras y una que otra artesanía, instalados en Avenida Paseo de la Reforma como parte de las actividades que se realizan en la CDMX por las festividades del día de muertos.
chin ya no salió la foto, No se atraviese, yo llegue primero”, se escuchaba al paso de los alebrijes, Y es que quien buscábamos tomarnos la foto del recuerdo, no contábamos con la afluencia de visitantes que se iban a congregar para dicha exposición, aquello se convirtió en un mar de pisotones, empujones, incluso se escuchaba el rumor que “a un chavo le sacaron la cartera”.
Otro grupo más organizado hizo una fila para tomarse la foto en medio de unos catrines en una banca, lo que también para muchos otros fue molesto.
Incluso los templetes en los que fueron montados dichas figuras monumentales sirvieron para algunos vendedores como parte de su mobiliario de venta.
Como siempre los vendedores ambulantes fueron los mas favorecidos, por la cantidad de visitantes, uno joven le pregunto a una mujer mientras ella le despachaba unas papas, “ósea que si quiero nada mas vengo y pongo mi puesto”- “no, tienes que tener el permiso del cabecilla de los vendedores, decirle que vas a vender y al final darle tu parte para el permiso de la delegación, aparte tienes que sacar para la mordida de los policías” contesto ella.
Pocas son las actividades culturales, gratuitas al aire libre que se pueden disfrutar en el corazón de la ciudad, sin embargo, el ambulantaje empaña esta clase de actividades que podemos disfrutar los chicos y no tan chicos.

martes, 19 de noviembre de 2019

Emilio SUA


Rivera García, Emilio Rubén

Sua-bbatum

El paro que salvó el mundo

Bajas del camión, tal vez empujando a alguien. Corres a través del aire frío de la noche. Llegas al zaguán de tu casa, pero como no traes llave tocas el timbre insistentemente. Sale tu mamá a abrirte; tú te pasas y ni la saludas. Son las once en punto. Aunque quisieras, no vas a dormir tus ocho horas completas, pero la costumbre y la falta de tiempo no te permiten lamentarlo.
Atraviesas la sala, te diriges a tu cuarto, buscas tu mochila y enciendes la laptop. Respiras, recobras tu pulso mientras tu sudor se seca. Piensas que aún tienes tiempo, pues apenas son las once. De pronto, en la pantalla, el sistema operativo de Windows ha encontrado oportuno hacer una de sus típicas actualizaciones.
A pesar de la frustración, aprovechas la situación para ir a la cocina por un pedazo de pan, o talvez unas galletas, fruta o una taza de café. Tu madre te observa en silencio. Aún no te perdona que te hayas pasado sin saludarla. Tomas tu celular e intentas acceder a tus archivos desde la nube. Tus piernas tiemblan impacientes y desesperadas, no pueden hacer nada en este momento. Todo recae en la habilidad de tus dedos. Te llega una notificación en Twitter, una cosa de la UNAM o algo así, pero la borras inmediatamente. No te puedes distraer.
¡Listo! Encontraste tus documentos. Vuelves a tu habitación; la actualización va al 28%. Te dispones a continuar con tu tarea: un resumen a medio terminar y la redacción de una columna periodística para la cual no sabes ni de qué hablar. Buscas ejemplos en la página web de El Universal para inspirarte, pero la mayoría son sobre AMLO y sus metidas de pata.
Nueva estrategia: un tema que domines, como los tenis de Tepito, los derechos LGBTTTIQ, la Guardia Nacional o el feminicidio en México. Ya lo tienes. Empiezas las primeras líneas pero son pura basura. Vuelves a empezar. La actualización va al 65%. Ya tienes el primer párrafo, y es una buena entrada. Continúas redactando. Tienes mucho sueño, pero no te detienes.
Entra tu mamá al cuarto para despedirse. Tú apenas reparas en ella. Eso le molesta. Te reclama. Comienza una discusión inoportuna por ahí de las 12:15 am. Le pides que no te distraiga y eso la hiere más. Que ya no la quieres, que eres egoísta, que nunca estás en casa, que ni la has felicitado… Y pues sí, ya pasan de las doce, es su cumpleaños. Todo te parece una exageración de su parte, pero es tu madre, tu melodramática y obstinada madre. La actualización va al 94%.
Son las 12:45 am y ella sigue aferrada a la discusión. Piensas que no vas a dormir nada esa noche y no puedes llegar tarde a la primera clase porque tienes exposición. ¡Con un demonio, la exposición! ¡Te olvidaste de la exposición! No has enviado tu parte y nadie ha hecho la presentación en diapositivas. Vas al grupo de WhatsApp y le escribes a tu equipo, ellos te dicen que tampoco han terminado su parte, pero que no hay problema por lo del paro. La actualización terminó.
Preguntas de qué paro están hablando. Resulta que toda la semana los estudiantes tomaron la facultad y al parecer las instalaciones también cerrarán el sábado. Miras la laptop y ves que todo el mundo habla de eso en las redes sociales.
Suspiras. El alivio te abraza y lentamente la tensión de tus hombros va desapareciendo. Vas a la habitación de tu mamá, quien, indignada porque la dejaste hablando sola, decidió ir a dormir. Le pides una disculpa y le propones ir a desayunar al siguiente día. Ella acepta. Te vas a la cama con una sonrisa irónica y dices en tu mente: «y yo que juraba que los paros no servían para nada».

Emilio Columna libre


Rivera García, Emilio Rubén

El líquido teatral

Instinto

El mundo contemporáneo presenta fuertes retos para los seres humanos. Sin embargo, sobrevivir nunca ha sido fácil. Desde la época de las cavernas hasta la de los rascacielos, ha existido un elemento básico para la supervivencia: el instinto.
Así se titula esta puesta en escena, escrita y dirigida por Bárbara Colio, reconocida dramaturga bajacaliforniana. La obra presentó temporada en septiembre del 2017 y, dos años después, regresa al Centro Cultural del Bosque, hasta el 17 de noviembre, para narrarnos el encuentro entre cuatro personajes muy peculiares.
Una corredora de bolsa, un albañil rarámuri, un fotógrafo y una mesera chocan sus carritos en un supermercado que abre las 24 horas. El impacto llevará a los personajes a un viaje grupal introspectivo en el que las fibras de la vulnerabilidad humana quedarán expuestas.
Entre serios momentos reflexivos y constantes toques de humor, Instinto presenta la lucha entre el lado animal del ser humano y el lado civilizado. Cuestiona la frialdad de las pautas y de la estructura del sistema socioeconómico mexicano y, a su vez, indaga en el abismo de la introspección, en donde se encuentran verdades ocultas.
El diseño escenográfico que se nos ofrece es lo mejor logrado de esta puesta en escena. Es muy rico en juegos, planos y delimitación de espacios. Visualmente es atractivo, ingenioso y envolvente, de modo que nos transporta al lugar de acción de manera clara pero sin caer en la simpleza.
La trama es poco ingeniosa, pero entretenida. Los toques de humor dan en el blanco la mayoría de las veces, sin embargo, hay varios chistes forzados y mal logrados que pierden gracia por innecesarios, tornándose un tanto molestos. Las actuaciones, por su parte, no logran mantener la consistencia precisa de los personajes, éstos se sienten en algunas ocasiones muy realistas y en otras muy plásticos.
De cualquier manera, Instinto es una obra cuyo discurso, situado en el contexto actual, se antoja ante todo necesario. Se trata de una oportunidad para que el público observe su realidad en escena, como quien se observa en un espejo y descubre el valor de los rasgos de su rostro.





Sagrario



Columna SUA Al


Columna Al


FORMA Y FONDO