PERIODISMO
miércoles, 21 de junio de 2023
sábado, 21 de diciembre de 2019
El líquido teatral
Las musas huérfanas
Rubén García
Obras que valen la pena son raras de encontrar, sin embargo, esta semana corresponde hablar de una puesta en escena exquisita en muchos sentidos. Se trata de Las musas huérfanas, obra del muy celebrado dramaturgo canadiense Michel Marc Bouchard, llevada a cabo bajo la dirección de Boris Schoemann, la cual presenta temporada en el teatro La Capilla.
Los 4 Gatos es la compañía encarga de dar vida a la obra. El elenco, integrado por Indira Pensado, Carmen Mastache, Llever Áiza y Tania González, representa a los hermanos Tanguay, quienes viven en el pueblo de Saint-Ludger de Milot, al norte de la ciudad de Quebec, en la década de los sesenta.
Por razones inesperadas, los cuatro hermanos se reúnen después de varios años, justo el día Sábado de Gloria. El reencuentro vendrá acompañado de confrontaciones, risas, remembranzas y sorpresas; una de ellas es el presunto regreso de su madre, quien los abandonó en su infancia. ¿Será que la familia Tanguay está lista para ver el retorno de la mujer que les dió la vida? ¿Serán capaces de sanar las heridas del pasado?
La brillantez de esta obra recae en su capacidad para hacer manifiesto lo interno sin depender de elementos físicos excesivos. Para el desarrollo de la acción sólo se ha tomado lo necesario, no se ha perdido el tiempo en recrear físicamente los espacios, sino que estos se construyen dentro de la imaginación del espectador guiada por el trabajo actoral. Cuando el proceso creativo de un grupo de artistas se libera, basta con una mesa y cuatro sillas para contar una historia.
Los cuatro actores hacen un trabajo estupendo, sin embargo el más destacado e intachable corresponde a Indira Pensado, quien interpreta a Martina de una manera tan acertada y firme, que uno es capaz de sentir cada palpitar del personaje en cada momento. Por su parte, Carmen Mastache (Isabel) brilla por la adecuada exposición de los matices de su personaje. Es quizás Tania González (Catalina) la que menos destaca, pues no logra subir al nivel de sus contrapartes, pero cabe aclarar que es una brecha mínima. Finalmente, Llever Áiza (Luc) nos regala un personaje interesante, pero que en ocasiones escapa a las sendas del terreno formal y pierde fuerza.
Hay también un par de chistes que entran en disonancia, se notan forzados y terminan por sacar momentáneamente al espectador de su entrega al mundo de la ficción. No olvidemos que el fin supremo de una comedia, por difícil que suene, no es hacer reír al público; la risa es, en todo caso, resultado o consecuencia, mas no el fin en sí mismo.
Empero, los detalles negativos son los menos. En general, Las musas huérfanas es una obra capaz de hacer vibrar las cuerdas de la sensibilidad y de la reflexión. Expone a la sociedad, expone a los seres humanos, cuestiona y crítica. Toda obra que sea capaz de hacer esto mientras infunde magia en el espíritu del público, es y seguirá siendo una firme recomendación.
martes, 26 de noviembre de 2019
Karina Peña columna SUA
De chile, mole y chocolate.
En las distintas carreras que se imparten en la facultad de ciencias
Políticas y Sociales de la UNAM, también existen tres modalidades de estudio
dentro de esa institución, escolarizada, abierta y a distancia.
Cabe recalcar que la escolarizada y la abierta abre sus aulas a los
estudiantes que acuden a ella, sin embargo, pareciera que el alumnado de estas
dos modalidades tiene una confrontación.
En páginas de Facebook como “no me quiero morir en polakas”, “no somos
de segunda”, entre muchas otras creadas por los mismos alumnos del plantel, se
pueden leer por parte de estudiantes del sistema abierto como hacen referencia
a los del sistema abierto comentarios de forma despectiva al sistema de
estudio.
Y es que aun que los alumnos muestran de muchas formas su amplio
criterio, su lucha por la inclusión y la igual de género, pareciera que SUA es
un termino que no termina de encuadrar con esas formas de pensar, “solo van los
sábados”, “los de SUA son de chocolate”, “los de SUA no cuentan” forman parte
de los comentarios que se leen dentro de las páginas de Facebook de manera
peyorativa.
Aun que algunos de los SUA no responden a esta clase de comentarios, hay
quienes debaten diciendo que a ellos “si les interesa estudiar”, “los de los
sábados, si estamos al pendiente de nuestras clases” y “no nos manda papá”.
El punto es que, a ambos grupos escolarizado y abierto, se les olvida de
pronto que los dos juegan para el mismo equipo, o mejor dicho, ambos pertenecen
a la misma casa de estudios, no quisiera hondar en los precariedades que son
evidentes por parte de la institución entre una modalidad y otra.
Como compañeros que son, deberían de respetar que en esta institución
caben de todos, de sistema abierto, a distancia y escolarizado, de chile de
mole y chocolate.
columna libre
Transeúnte
Entre alebrijes y rempujos.
“cuidado con los niños, los están empujando”, fue un grito que se
escucho en medio de la multitud que se dio cita el pasado domingo 20 de octubre
para contemplar los alebrijes y los Mexicranos.
Entre puestos ambulantes que van desde pinta caritas, papas y bebidas
preparadas, así como playeras y una que otra artesanía, instalados en Avenida Paseo
de la Reforma como parte de las actividades que se realizan en la CDMX por las
festividades del día de muertos.
“chin ya no salió la foto, No se atraviese, yo llegue primero”,
se escuchaba al paso de los alebrijes, Y es que quien buscábamos tomarnos la
foto del recuerdo, no contábamos con la afluencia de visitantes que se iban a
congregar para dicha exposición, aquello se convirtió en un mar de pisotones,
empujones, incluso se escuchaba el rumor que “a un chavo le sacaron la
cartera”.
Otro grupo más organizado hizo una fila para tomarse la foto en medio de
unos catrines en una banca, lo que también para muchos otros fue molesto.
Incluso los templetes en los que fueron montados dichas figuras
monumentales sirvieron para algunos vendedores como parte de su mobiliario de
venta.
Como siempre los vendedores ambulantes fueron los mas favorecidos, por
la cantidad de visitantes, uno joven le pregunto a una mujer mientras ella le
despachaba unas papas, “ósea que si quiero nada mas vengo y pongo mi puesto”-
“no, tienes que tener el permiso del cabecilla de los vendedores, decirle
que vas a vender y al final darle tu parte para el permiso de la delegación,
aparte tienes que sacar para la mordida de los policías” contesto ella.
Pocas son las actividades culturales, gratuitas al aire libre que se
pueden disfrutar en el corazón de la ciudad, sin embargo, el ambulantaje empaña
esta clase de actividades que podemos disfrutar los chicos y no tan chicos.
martes, 19 de noviembre de 2019
Emilio SUA
Rivera García, Emilio Rubén
Sua-bbatum
El paro que salvó
el mundo
Bajas del camión,
tal vez empujando a alguien. Corres a través del aire frío de la noche. Llegas
al zaguán de tu casa, pero como no traes llave tocas el timbre insistentemente.
Sale tu mamá a abrirte; tú te pasas y ni la saludas. Son las once en punto. Aunque
quisieras, no vas a dormir tus ocho horas completas, pero la costumbre y la
falta de tiempo no te permiten lamentarlo.
Atraviesas la sala,
te diriges a tu cuarto, buscas tu mochila y enciendes la laptop. Respiras,
recobras tu pulso mientras tu sudor se seca. Piensas que aún tienes tiempo,
pues apenas son las once. De pronto, en la pantalla, el sistema operativo de
Windows ha encontrado oportuno hacer una de sus típicas actualizaciones.
A pesar de la
frustración, aprovechas la situación para ir a la cocina por un pedazo de pan,
o talvez unas galletas, fruta o una taza de café. Tu madre te observa en
silencio. Aún no te perdona que te hayas pasado sin saludarla. Tomas tu celular
e intentas acceder a tus archivos desde la nube. Tus piernas tiemblan impacientes
y desesperadas, no pueden hacer nada en este momento. Todo recae en la
habilidad de tus dedos. Te llega una notificación en Twitter, una cosa de la
UNAM o algo así, pero la borras inmediatamente. No te puedes distraer.
¡Listo! Encontraste
tus documentos. Vuelves a tu habitación; la actualización va al 28%. Te
dispones a continuar con tu tarea: un resumen a medio terminar y la redacción
de una columna periodística para la cual no sabes ni de qué hablar. Buscas
ejemplos en la página web de El Universal
para inspirarte, pero la mayoría son sobre AMLO y sus metidas de pata.
Nueva estrategia:
un tema que domines, como los tenis de Tepito, los derechos LGBTTTIQ, la
Guardia Nacional o el feminicidio en México. Ya lo tienes. Empiezas las
primeras líneas pero son pura basura. Vuelves a empezar. La actualización va al
65%. Ya tienes el primer párrafo, y es una buena entrada. Continúas redactando.
Tienes mucho sueño, pero no te detienes.
Entra tu mamá al
cuarto para despedirse. Tú apenas reparas en ella. Eso le molesta. Te reclama.
Comienza una discusión inoportuna por ahí de las 12:15 am. Le pides que no te
distraiga y eso la hiere más. Que ya no la quieres, que eres egoísta, que nunca
estás en casa, que ni la has felicitado… Y pues sí, ya pasan de las doce, es su
cumpleaños. Todo te parece una exageración de su parte, pero es tu madre, tu
melodramática y obstinada madre. La actualización va al 94%.
Son las 12:45 am y
ella sigue aferrada a la discusión. Piensas que no vas a dormir nada esa noche
y no puedes llegar tarde a la primera clase porque tienes exposición. ¡Con un
demonio, la exposición! ¡Te olvidaste de la exposición! No has enviado tu parte
y nadie ha hecho la presentación en diapositivas. Vas al grupo de WhatsApp y le
escribes a tu equipo, ellos te dicen que tampoco han terminado su parte, pero
que no hay problema por lo del paro. La actualización terminó.
Preguntas de qué
paro están hablando. Resulta que toda la semana los estudiantes tomaron la
facultad y al parecer las instalaciones también cerrarán el sábado. Miras la
laptop y ves que todo el mundo habla de eso en las redes sociales.
Suspiras. El alivio
te abraza y lentamente la tensión de tus hombros va desapareciendo. Vas a la
habitación de tu mamá, quien, indignada porque la dejaste hablando sola, decidió
ir a dormir. Le pides una disculpa y le propones ir a desayunar al siguiente
día. Ella acepta. Te vas a la cama con una sonrisa irónica y dices en tu mente:
«y yo que juraba que los paros no servían para nada».
Emilio Columna libre
Rivera García, Emilio Rubén
El líquido teatral
Instinto
El mundo
contemporáneo presenta fuertes retos para los seres humanos. Sin embargo,
sobrevivir nunca ha sido fácil. Desde la época de las cavernas hasta la de los
rascacielos, ha existido un elemento básico para la supervivencia: el instinto.
Así se titula esta
puesta en escena, escrita y dirigida por Bárbara Colio, reconocida dramaturga
bajacaliforniana. La obra presentó temporada en septiembre del 2017 y, dos años
después, regresa al Centro Cultural del Bosque, hasta el 17 de noviembre, para
narrarnos el encuentro entre cuatro personajes muy peculiares.
Una corredora de
bolsa, un albañil rarámuri, un fotógrafo y una mesera chocan sus carritos en un
supermercado que abre las 24 horas. El impacto llevará a los personajes a un
viaje grupal introspectivo en el que las fibras de la vulnerabilidad humana
quedarán expuestas.
Entre serios
momentos reflexivos y constantes toques de humor, Instinto presenta la lucha entre el lado animal del ser humano y
el lado civilizado. Cuestiona la frialdad de las pautas y de la estructura del
sistema socioeconómico mexicano y, a su vez, indaga en el abismo de la
introspección, en donde se encuentran verdades ocultas.
El diseño
escenográfico que se nos ofrece es lo mejor logrado de esta puesta en escena.
Es muy rico en juegos, planos y delimitación de espacios. Visualmente es
atractivo, ingenioso y envolvente, de modo que nos transporta al lugar de
acción de manera clara pero sin caer en la simpleza.
La trama es poco
ingeniosa, pero entretenida. Los toques de humor dan en el blanco la mayoría de
las veces, sin embargo, hay varios chistes forzados y mal logrados que pierden
gracia por innecesarios, tornándose un tanto molestos. Las actuaciones, por su
parte, no logran mantener la consistencia precisa de los personajes, éstos se
sienten en algunas ocasiones muy realistas y en otras muy plásticos.
De cualquier
manera, Instinto es una obra cuyo
discurso, situado en el contexto actual, se antoja ante todo necesario. Se
trata de una oportunidad para que el público observe su realidad en escena,
como quien se observa en un espejo y descubre el valor de los rasgos de su
rostro.
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